Empezamos el año paseando este olivar ecológico, ya recolectado, en la Sierra Morena de Córdoba.
Se maneja este suelo con cubierta vegetal viva espontánea y controlada, que se siega a diente cada año cuando comienza la competencia con el olivar, mediante ganado ovino.
Hay dos indicadores ecológicos que nos confirman la biodiversidad de esta parcela: la presencia de hormigueros y la supremacía de leguminosas rastreras como el trébol.
Los agricultores debemos comprender que el suelo es mucho más que un sustento físico para el olivo, el suelo no debe ser un soporte inerte y muerto. Por el contrario si el suelo está vivo y tiene una intensa actividad biológica supone además una fuente de nutrientes naturales, fija carbono, preserva mejor la humedad y su mejor estructura y porosidad permiten una óptima infiltración... además la cubierta vegetal frena drásticamente la erosión, gran caballo de batalla del olivar español.